El laberinto de tubos, túneles, andenes y pasadizos de Londres está repleto de secretos. Pero muy pocos de sus fragmentos resultan más subrepticios que éste. Hay una estación en el norte de Londres que se habría situado cómodamente entre Hampstead y Golders Green, en la Northern Line, de no haber sido abandonada antes incluso de estar totalmente construida.
La historia de la estación de North End
La estación de North End (también conocida como Bull and Bush, por su proximidad a un popular pub del mismo nombre) es la estación de metro de Londres que quedó -literalmente- parada en seco. Iba a formar parte de la línea de ferrocarril de Charing Cross, Euston y Hampstead, y dar servicio a un nuevo complejo residencial que se estaba construyendo en la zona. Sin embargo, los planes de urbanización se cancelaron y la estación se convirtió en algo superfluo. No fue hasta 1906 (cuando ya se habían excavado los túneles y pasadizos y se habían construido parte de los andenes) cuando se tomó la decisión de abandonar la estación. Y en su lugar, esos túneles, pasadizos y andenes han permanecido en desuso bajo las calles de Londres durante más de un siglo.

Debido a la ubicación prevista, la estación habría estado a 221 pies bajo tierra (la más profunda de toda la red de metro de Londres). Y, como muchas de las estaciones abandonadas de Londres, fue muy útil durante varias guerras. La existencia de la estación de North End se mantuvo en secreto durante bastante tiempo, lo que la convirtió en el lugar perfecto para almacenar archivos secretos durante la Segunda Guerra Mundial. Y durante la Guerra Fría, se construyó una escalera de caracol para acceder a los pasillos inferiores, que se utilizaron como sala de control de compuertas. También se cree que la estación de North End es el mismo lugar que Winston Churchill utilizó como escondite secreto, al que se refería como «The Paddock». Pero esto nunca se ha confirmado.
La estación de North End en la actualidad
En la actualidad, las salidas de los andenes abandonados sólo se utilizan para evacuaciones de emergencia. El edificio de entrada que se construyó en la década de 1950 se disfrazó de subestación eléctrica y sigue siendo bastante discreto a día de hoy. Hay un vacío de ancho de andén en el tramo de la Northern Line que discurre entre Hampstead y Golders Green. Pero aparte de eso, esta pequeña parcela de la historia del transporte londinense pasa bastante desapercibida. Y North End sigue siendo la estación que nunca fue.