Londres cuenta con una buena cantidad de terroríficas historias de fantasmas, así como un puñado de relatos con tintes macabros, pero ninguno se cierne tanto como la tristemente célebre sombra de Jack el Destripador. Es el asesino en serie más infame de la capital y un misterio sin resolver, con un apodo icónico por si fuera poco; susurrado con miedo por las calles del Londres victoriano.
Se sabía que sus asesinatos eran brutales, y su leyenda no ha hecho más que crecer en los últimos 136 años, alimentando innumerables estudios, conspiraciones y algún que otro debate nocturno en el pub. Whitechapel está repleto de recorridos espeluznantes que exploran estas teorías. Su identidad desconocida es una gran parte de su terrorífica mística, es decir, hasta ahora…
Un misterio centenario, resuelto por la ciencia…
Se han producido algunos avances en lo que respecta al caso de Jack el Destripador, pero ahora tenemos una prueba científica tangible. Este reciente descubrimiento procede de un chal de 100 años de antigüedad, que se cree perteneció a la víctima Catherine Eddowes.
El investigador Russell Edwards afirma haber desenmascarado al hombre detrás del mito con un poco de ayuda de los genealogistas. Un barbero polaco llamado Aaron Kosminski fue uno de los famosos sospechosos de ser Jack el Destripador, y esta nueva investigación ha cotejado el ADN de la tela con el de un pariente vivo de Kosminski. Este descubrimiento ha dado lugar incluso a nuevos llamamientos para que se lleve a cabo una investigación judicial que cierre definitivamente el caso. Sin embargo, no ha estado exento de inconvenientes o críticas por parte de los escépticos.
Kosminski era un inmigrante polaco, principal sospechoso, que vivía en Whitechapel en aquella época y que ingresó en el manicomio de Colney Hatch (en la foto de abajo) en 1891, donde permaneció hasta su muerte en 1919. Funcionarios policiales contemporáneos llegaron a identificarle como sospechoso, pero faltaban pruebas concluyentes.
Aunque estas pruebas de ADN son convincentes, cabe señalar que el caso de Jack el Destripador ha sido objeto de muchas acusaciones a lo largo de los años. Desde el artista Walter Sickert hasta teorías aún más extravagantes y descabelladas , incluida la sospecha de la familia real, se convirtió en un fenómeno, y algunos cultos contemporáneos siguen siendo inquisitivos para averiguar la verdad.
Como ya se ha dicho, los críticos cuestionan la pertinencia de la ciencia detrás de este estudio más reciente, ya que utilizó un método que sólo puede distinguir si dos muestras no están relacionadas, proporcionando información que sería casi imposible vincular a nadie.
Además, se ha cuestionado la validez de la prueba, y muchos creen que nunca fue una prueba. E incluso si lo fueran, habría que tener en cuenta la manipulación y la contaminación.
Así que, aunque este estudio coincide con uno de los principales sospechosos, dudamos que este sea el capítulo final de la historia del Destripador; sólo otro giro en el misterio más famoso de Londres.