Londres dará pronto la bienvenida a una nueva escultura «Árbol de la Vida » en el centro de la ciudad para rendir homenaje a todos los que se han visto afectados -en el pasado, en el presente y en el futuro- por el VIH/sida. Se produce después de que el diseño de la artista Anya Gallacio fuera seleccionado entre una lista de cinco obras, y ahora ha recibido el encargo de ser colocado en la ciudad para conmemorar el Memorial del SIDA en Londres.
El hermoso diseño de Anya Gallaccio se asemejará a un árbol caído, y se colocará en South Crescent, Store Street, en Fitzrovia, para ofrecer un espacio de reflexión y solidaridad, y para recordar a los que ya no están con nosotros, así como para pensar en los que viven y están afectados por el VIH/SIDA en la actualidad.
El Árbol de la Vida se asentará convenientemente cerca del antiguo emplazamiento del Hospital Middlesex, que albergó la primera sala dedicada por completo a atender y tratar a personas afectadas por el VIH/SIDA en el Reino Unido. Atendió a pacientes a partir de enero de 1987, aunque fue inaugurado por la princesa Diana en abril de ese mismo año, cuando dio el famoso apretón de manos a un paciente con SIDA, desafiando la creencia de que el VIH/SIDA podía transmitirse por el tacto.
El alcalde de Londres, Sadiq Khan, también ha aportado 130.000 libras para financiar el monumento, procedentes de la Comisión para la Diversidad en el Ámbito Público. No hay confirmación exacta sobre cuándo llegará el Árbol de la Vida, pero tras la investigación y creación de Anya Gallacio, se espera que la revelación se produzca a finales de 2027.
Hablando de su diseño, Anya Gallaccio dijo: «La propuesta, tal como está, es un espacio de contención con la intención de proporcionar un lugar de encuentro, un corazón para actos generados por la comunidad e historias orales… El árbol es un símbolo de vida.
«Los aviones que bordean el lado de la calle de la media luna están por todas partes en la ciudad, por una buena razón, soportan la contaminación. Son supervivientes, que viven a pesar de su entorno, una metáfora tosca pero quizá adecuada para quienes viven con el VIH y el SIDA. Oculto a plena vista»
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