Hay muchas formas de describir este extraño periodo de nada entre Navidad y Año Nuevo; «Limbo del Chrimbo» es nuestra favorita. Y, por supuesto, Twixmas, mi época favorita del año que suena a chocolate y que lucha con la Pascua.
1. Estás en un coma alimentario desmovilizador provocado, como era de esperar, por grandes cantidades de pavo, patatas y pudding de Navidad.
¿Y quién puede culparte? Sólo ocurre una vez al año. Sigue recorriendo la distancia hasta que llegue 2025.
2. Te olvidas rápidamente del coma alimentario…
…de forma parecida a como dicen que te olvidas de los insoportables dolores del parto (que, por cierto, habiendo estado allí y hecho eso: nunca se olvidan realmente ). Así que te comes en la cara todas las sobras. Todas las sobras.
3. 3. Empiezas a ponerte ingenioso con todo lo que cae en tus manos.
Hablamos de sándwiches de pavo y relleno, curry de pavo, bubble and squeak, coles de Bruselas y sopa de chirivía… diablos, probarás cualquier cosa. Y cuando se te acaben las ideas, no dudes en consultar a Jamie o Nigella.
4. Así que, de nuevo, comes demasiado y quedas reducido a otro coma alimentario.
¿Aprenderás alguna vez?
5. Piensas en dar un paseo y bajar la borrachera…
6. …pero, francamente, es mucho más probable que te sientes frente al televisor y veas Chicken Run o el Gran Concurso del Año.
La televisión navideña es genial, ¿verdad? Esto es a lo que nos lleva todo el año.
7. No sabes muy bien qué día es.
Mentalmente, ya estás en Año Nuevo. Pero, de todos modos, nada de lo que hagas en el «Perineo Festivo» cuenta para nada, así que supones que no importa.
8. De repente te das cuenta de que la Nochevieja se te echa encima.
Necesitas prosecco y refrescos cuanto antes…
9. Tus planes para la noche cambian por enésima vez y te planteas meterte en la cama a las 10 de la noche.
10. Empiezas a preparar tus propósitos de Año Nuevo y a pensar intensamente en lo que te espera.
A escala general, sólo esperas que no tengamos otro año de mierda después de los últimos (no vamos a entrar en eso). Pero a nivel más personal, esperas, con bastante optimismo, alcanzar grandes metas y la felicidad eterna (y la paz mundial, etc, etc).
11. Echas la vista atrás y recuerdas el año con emoción, pero también con ganas de deshacerte de él.
12. Descorchas prosecco con euforia y embriaguez, y sin tener la menor idea de lo que te depararán los próximos 365 días. (Aunque de lo que sí puedes estar seguro es de la horrible resaca que se avecina).