Desde fresas con nata hasta un refrescante vaso de Pimm’s al sol, nada supera a Londres durante Wimbledon. Hay mucha historia fascinante relacionada con el torneo, ya que los Campeonatos de Wimbledon se remontan a 1877. Más allá de las imponentes infraestructuras y de una afición que no deja de crecer, no ha cambiado demasiado desde entonces; el exuberante césped verde y el icónico atuendo blanco sentaron las bases para que esta competición se convirtiera en el torneo de tenis más prestigioso del mundo. Sin embargo, hay una diferencia distintiva: el color de las pelotas de tenis.
Un cambio de color que cambia el juego
Wimbledon comenzó en 1877, pero las pelotas de tenis amarillas no se introdujeron en la competición hasta 1986. Antes de esta transición, las pelotas de tenis eran tradicionalmente blancas, pero con la llegada de las televisiones en color, las cadenas de televisión se enfrentaron a un nuevo reto, ya que las pelotas blancas eran casi imposibles de ver en su pantalla frente a las pistas verdes.
La razón del cambio podría sorprenderle, ya que fue nada menos que el legendario documentalista y locutor Sir David Attenborough. Attenborough era entonces el director de la BBC2 y desempeñó un papel crucial en esta revelación visual.
La visión fluorescente de Attenborough
David Attenborough, famoso por llevar el mundo natural directamente a nuestras salas de estar, también fue un visionario en el ámbito de la radiodifusión. A menudo pasado por alto por sus fascinantes documentales, ha tenido una increíble carrera en televisión que va más allá de la biología y el Planeta Tierra. Incluso puso en marcha varios proyectos de programación emblemáticos, como Monty Python’s Flying Circus.
Durante su etapa al frente de la BBC2, conjuró a un equipo de personas, entre las que se encontraba él mismo, para encontrar una solución que mejorara la experiencia visual de los telespectadores con un televisor en color. Realizaron un puñado de experimentos para determinar de qué color serían más visibles en pantalla las pelotas de tenis.
Los resultados concluyeron que el icónico amarillo brillante, sinónimo de este deporte desde entonces, era la mejor opción. Era el contraste perfecto con el verde de las pistas y el azul del cielo, lo que las hacía mucho más visibles en televisión.
El legado de las pelotas amarillas
El All England Club adoptó la pelota amarilla para Wimbledon en 1956, lo que marcó un cambio significativo en el deporte y garantizó que los aficionados pudieran seguir cada saque y volea con mayor facilidad. El cambio fue acogido con satisfacción tanto por los jugadores como por los espectadores y consolidó el color como un nuevo estándar en este deporte.
Así que, mientras vemos cómo se desarrolla el drama en las pistas de Wimbledon este año, dediquemos un momento a apreciar la clarividencia de Attenborough y su dedicación a la radiodifusión a todos los niveles. Gracias a él, las pelotas de tenis cambiaron para siempre y su color amarillo se convirtió en un símbolo de innovación y visibilidad, así como en el legado perdurable de esta querida leyenda de la radiodifusión.