Sé que a veces es fácil olvidarlo, pero nuestra capital es mucho más que rascacielos y viajeros nerviosos. ¿Quién lo iba a decir? Por ejemplo, el Jardín de las Cebollas. Escondido en pleno centro de Westminster, este centro comunitario sin ánimo de lucro (y su extraordinario propietario) es un rayo de sol en lo que a veces puede parecer una ciudad sombría.
Hace apenas tres años, este paraíso hortícola no era más que un rincón abandonado de hormigón. Pero tras haber sido transformado en 2021 por el Jefe Cebolla (sí, ese es su título oficial), Jens Jakobsen, el Jardín Cebolla es ahora un floreciente espacio verde, con más de 200 especies de plantas y un oasis de paz y tranquilidad para la comunidad. No está mal, ¿eh?
¿Qué se puede ver en el Jardín de las Cebollas?
Como su nombre indica, cuando pasee por el jardín verá una buena cantidad de cebollas. En primer lugar, porque los egipcios pensaban que las cebollas eran muy especiales y, por tanto, Jens también. Junto a la abundancia de cebollas, los visitantes pueden encontrar una gran variedad de hierbas, flores silvestres y árboles frutales. En un espacio bastante reducido se ha conseguido una cantidad impresionante de plantas, y a cada paso hay algo precioso que contemplar.
Jens se dio cuenta de que hacía falta un espacio seguro en la comunidad, y este jardín de visita gratuita es exactamente eso. Cualquiera puede disfrutar de él, siempre que comparta la filosofía de Jens de mostrar amabilidad y tolerancia hacia todos los seres vivos. El espacio rezuma calma y alegría, y la pasión de Jens por las plantas y por hacer feliz a la gente es evidente en todo el jardín.
El Jardín de las Cebollas también alberga un invernadero de naranjos, un pabellón de nueva creación y una preciosa cafetería. También organizan eventos. Y todo el dinero que se gana en la cafetería o en los eventos que allí se celebran se invierte directamente en el crecimiento del jardín. Es un espacio verde en constante crecimiento para «reunirse, conectar, disfrutar, compartir, colaborar, inspirar y aprender». Y es, sin duda, uno de los lugares más sanos y singulares que se pueden visitar en la capital.
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