
Dos veces al año (incluido este domingo 27 de octubre a las 2 de la madrugada), el Gran Reloj de la Torre de Isabel debe cambiar la hora para que millones de londinenses sepan exactamente cuándo llegar a casa para ver la telenovela. De acuerdo, hoy en día la mayoría de nosotros miramos la hora en nuestros teléfonos inteligentes, pero la tradición sigue dictando que el Gran Relo j tiene que cambiar, ajustándose a los cambios entre el horario de verano británico (BST) y el meridiano de Greenwich (GMT). Pero, ¿cómo se hace?
La responsabilidad de cambiar los relojes recae en los relojeros del Palacio de Westminster, que cada primavera y otoño deben escalar la torre para añadir o quitar la hora necesaria. El proceso es tan preciso que no se puede escatimar ni un minuto, y comienza mucho antes de que se adelanten los relojes.
Todo comienza en torno a las 21.00 hora local, cuando los relojeros silencian el mecanismo de sonería y lo ponen a cero para las 2.00 horas BST o GMT (dependiendo de si el reloj se adelanta o atrasa), lo que mantendrá en silencio la sonería de las horas hasta entonces.
A estas alturas, el reloj del Big Ben sigue dando la hora local, pero no la anuncia al mundo. A continuación, se apagan las luces de la esfera, dejando el Gran Reloj a oscuras hasta unos minutos antes del gran momento. Esto se hace sobre todo para evitar que el público piense que Ben -o, peor aún, el propio tiempo- se está volviendo loco cuando las manecillas empiezan a girar.
Una vez apagadas las luces, es hora de mover las agujas del reloj hasta la nueva medianoche (de nuevo, puede ser BST o GMT, según la estación), teniendo mucho cuidado de no pasarse ni un momento, o todo el proceso tendrá que empezar de nuevo. El tiempo apremia, porque durante el movimiento de las agujas, el escape de gravedad -que regula la precisión del reloj- debe liberarse, y si no vuelve a tiempo, el reloj no funcionará correctamente.
En el tiempo que transcurre hasta la nueva medianoche, el equipo realiza tareas de mantenimiento en el reloj y sus mecanismos. En el momento exacto de la medianoche, el tren en marcha se pone en marcha y el reloj comienza a funcionar de nuevo; esto significa que el Gran Reloj dará la hora equivocada durante un rato, aunque por suerte nadie podrá verlo. Durante las dos horas siguientes (hasta que lleguen las nuevas 2 de la madrugada y todos sus relojes electrónicos cambien automáticamente), el reloj funciona sin campanadas, lo que permite al equipo controlar la precisión y realizar los ajustes necesarios, hasta que el reloj del Big Ben funcione a la perfección.
Cuando faltan catorce minutos para las dos de la madrugada, ya no quedan campanadas de cuartos ni de horas hasta la gran revelación, por lo que ambos mecanismos se vuelven a poner en marcha (de nuevo, las obras de renovación impiden que esto ocurra en la actualidad). Por último, a falta de un par de minutos, se vuelven a encender las luces de las esferas, siguiendo el orden de la esfera Oeste, Sur, Este y Norte. Cuando el reloj marque las 2 de la madrugada, todo debería funcionar perfectamente. Si te resulta difícil visualizar todo esto, aquí te lo resumimos en un práctico vídeo:
¿Creías que eso era todo para los relojeros? Pues claro que no. Tienen que ajustar la hora de otros 2.000 relojes repartidos por el Palacio de Westminster y los edificios del Parlamento. No es un trabajo fácil, así que agradece que la mayoría de tus aparatos de medición del tiempo lo hagan automáticamente.